Policias en Cuba.

- Lo siento mucho pero lo que usted nos plantea no da lugar a juicio, ni siquiera puedo plantear una investigación del caso, porque no existe.
- Pero si fue público, tengo testigos que presenciaron todo, me golpearon frente a una multitud de personas, me sacaron del tren a empujones muy a pesar de que yo les dijera que saldría sin necesidad de violencia. ¿cómo que no hay caso? –la indignación le llevaba la vida. Había sido maltratado como un delincuente, sacado a empujones y golpes de un tren, solo porque pretendía pagar encima y no existía medio legal de presentar una querella a los agentes responsables de tamaña injusticia.
- Usted lo que debió hacer fue poner la denuncia al jefe del sector antes de las 72 horas.-respondió la abogada.
- Y lo hice, le presente las quejas al jefe del sector, le enseñe los arañazos que tenía en los brazos, seguí todos los pasos según la ley. Pero el capitán lo que hizo fue enfrentarnos a contar las dos versiones, para luego deducir lo mas acertado, que sus agentes nunca maltratarían a un civil a menos que se lo buscase -¿increíble no?- pues le pregunté si él justificaba la violencia, y me amenazó con meterme al calabozo si le volvía a faltar el respeto, poniendo palabras en su boca, que él nunca había dicho.
- Pues entonces debías remontar el caso a sus superiores. –sólo intentaba calmar al desesperado muchacho, sabía que la salida era nula.
- Pero y donde están esos señores, cómo alguien como yo puede acceder a hablar con ellos, ¿sabría usted decirme cómo puedo llegar a ellos?
- ¿No conoces a nadie que trabaje en las oficinas del Comité Central? ahí te pueden atender y dar solución a tu caso, aunque yo tu no metía más la mano en eso, porque al final los únicos perjudicados van a ser tu familiares que van a estar mal visto por todos en el caso (que lo dudo) de que solucionen tu querella.
- Abogada, una última pregunta, ¿no existe una ley que prohíba que cosas como esta sucedan?
- Ley consta, lo que no existe es el mecanismo para ponerla en vigor, ahora mismo tu vienes a quejarte, pero no soy yo la que da solución a casos como estos, existe una unidad de Control Interno que previene que cosas como estas sucedan, sin embargo, en algunos lugares, apartados de ciudades principalmente, pasan, y aun situaciones mucho peores.
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- ¿Tu por qué estás aquí?-me preguntó el curioso del grupo.
- Pues, por lo que estamos todos, por inocente ¿no? –lo había escuchado decir en no se que película y había sonado bien, pero curiosamente en este mundo de violencia y corrupción lo gracioso puede salir caro. Y lo que para mi lucía como una broma de buen gusto, algunos lo interpretaron con resentimiento para desgracia mía.
- Ah, tu eras el que estaba en la celda del lado dando grititos porque te quitaron el reloj.-dijo alguien que yo no alcanzaba a ver.
Efectivamente ya sabían quien era yo, había estado en la celda continua con unos ladrones que mientras dormía me robaron el reloj: yo que desde un principio intente comunicarme netamente lo necesario, había escuchado que entre ellos se decían en un Ingles mal aprendido que no estaría mal quitármelo en cuanto entrase en sueño, así que al despertarme y ver que no lo tenía, comencé a buscarlo dentro de sus pertenencias, pero al ver que era en vano, pues me determine a despertarlos de la peor manera que hubiese, lo cual a mi sentida lógica adiviné fuese de una buena ostia para armar revuelo en la celda y que los policías vinieran a ver que pasaba, de esta forma les informaba lo sucedido y ellos darían con mi prenda. Error, lo primero que tienes que aprender cuando estas preso es que nada te saldrá como tu piensas, así que no te sometas a esperanzas, lo que venga bienvenido sea, los agentes me sacaron del calabozo y como castigo me cambiaron a otro en el que habían 18 personas en sólo 3x4m, de entrada era fácil suponer que no agradaba mi presencia allí, porque definitivamente era un espacio menos de suelo para dormir, por ello, al descubrir que yo era el del rollo en el anterior calabozo, ya tenían por donde buscar sacarme de orbita para hacerme salir de allí como mismo había entrado.
- A este le cayeron a golpes en el otro calabozo, si gritaba como una chica. –dijo otro que tampoco podía adivinar quien fuese, pues yo permanecí siempre mirando al exterior de las rejas, en busca de una solución imposible.
- No, si ya sé quien es, es el maricón que siempre anda por la playa...
- Ya, ¿quien fue el que habló? –no sé por qué, pero en el mundo hispánico en general lo único que no puedes permitir que suceda es que te digan maricón, hasta los propios homosexuales no aceptan ese insulto, así que al hacer la pregunta, iba ya dispuesto a todo, si permitía que siguiese la broma terminaría siendo escupido por todos y si un poco de honor debía defender, no existía mejor momento que ese para hacerlo.
¨Fui yo –dijo un negro de unos 6 pies mientras se levantaba de la cama¨, no esperé que se pusiera en pie, le pegue tan fuerte como me fue posible, al menos a ese lo abofetee a su medida, ahí es de suponer que recibí buena paliza entre todos los que estaban allí, quizás no de todos los 18, pero si puedo asegurar que me dieron casi todos, en el rato que demoró el guardia en sacarme del calabozo.
Estuve unos 30 minutos fuera, colocado en una esquina mirando las paredes como niño pequeño, transcurrido ese tiempo me colocaron nuevamente en la misma celda, pero al entrar, el que antes me había insultado y provocado todo el alboroto, amenazaba con los labios claramente una frase: te voy a matar. No esperé que los guardias pasaran pestillo a la puerta, lancé una patada que con el rebote me ayudó a impedir cerrasen por fuera y contribuyó a que los que estaban cerca se me abalanzaran encima. Entonces intuyeron que no era lo mas adecuado mantenerme en la misma celda que había tenido antes problema y me cambiaron a otra para mi solo.
Sin embargo, aunque fuera de peligro, aún resultaba incierto mi futuro, y claro lo tuve todo el tiempo que permanecí en la celda, escuchando que ya en conocimiento de mi nombre, crujían más que gritar, que de esta no salía bien, que me mataban sin que hubiese dudas, en cuanto me vieran otra vez.

Así pasaron 7 días, escuchando alaridos de una ira indócil, que había aclamado sin son ni ton; mi único delito era hablar con un turista, la razón por la que me hallaba en esa situación podría llamarse: anarquía. Pero quien no es anarquista en un mundo donde te prohíben todo, quien no incumple las reglas cuando éstas son inverosímiles.
Recuedo que al sacarme del calabozo y preguntar por qué me tenían detenido, como respuesta me dijeron que era por conducta antirrevolucionaria, y para descalificarlos en su propia ignorancia, le respondí: entonces ustedes no saben el significado de la palabra revolución. Hablar con un turista significaba un problema para ellos, y mi pregunta es ¿por qué?
Al cabo de aquellos inacabables 7 dias, tomaron la decisión de trasladarnos: los de la zona oriental del país irían en un tren, y los de la misma provincia, nos dividían en tres grupos en consideración a nuestra residencia, unos para Matanzas, otros a Cardenas y el resto  a Jovellanos. Suerte para mí que los del altercado no llevarán mi mismo rumbo, sin embargo, si compartiríamos el mismo camión, aunque en celdas diferentes, asi que los insultos y amenazas continuaron. Y más aun, se intensificaron.
El camión jaula consistía en un rectángulo dividido a lo largo con una pared, que definía dos pasillos con asiento a cada lado, y en los que teníamos que acomodarnos sin apenas espacio para nuestras piernas.

Mi atareado pasar por la tierra sería un intolerante desenfado hacia lo trivial, pero por más desgarrador que fuera, más atractivo sería el riesgo. No se si la represión policial en mi país es dada en virtud de una protección a la principal fuente de ingresos económica, o si simplemente se enorgullecen de restregarte tu impotencia. En cualquier caso, salí de aquel calabozo esbozando una sonrisa, me iría de este país y regresaría a restregarles su ignorancia.

 ---a todo quien se opone a que la cultura cubana alcance un mínimo de prodigio.

---al cabo de este tiempo me trasladan en un camión, destino a otro calabozo en un






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