En Cuba viajar en tren es una transición entre
lo real y absurdo, conoces el horario de salida, intuyes el de llegada pero al
final llegas a la hora menos pensada, claro, si los trenes de carga tienen
preferencia, nunca podrás alcanzar tu destino en regla, sin embargo es el
método más eficaz, seguro y ordinariamente usado como medio de transporte, en
ese país donde escasean las reglas. Hay quienes han permanecido hasta tres días
sin bajarse del vagón, y ¿qué hacen para no amargar el viaje? buscan darle un sentido;
en toda travesía hay gente agobiada como tu, lo importante es no estresarte
buscándole una salida a lo inevitable. ¿Si tenías una cita de negocio, única
oportunidad para vender tu producto? Otro hay en el mismo tren que necesitaba
comprar un producto parecido, ¡búscalo!
De Cuba dicen
que los habitantes hacen el amor para olvidar los problemas, no creo que sea
justamente así, en Cuba hacemos el amor porque es una vibración en nuestro ser
irrepetible, nada podrá igualarla, y es en sí el único sentido de la vida. El
dinero, la fama, y todo lo que nos hace dependientes, van arrastrados por un
único interés: coquetear con el sexo que anhelamos, sentirnos deseados, y ¿qué
es el coqueteo, sino como dice Kundera, una promesa de coito sin garantía? Si
te subes a un tren que no llega a su hora, lo cual raramente sucede en España,
intentaré tirarme a cuanta tía vaya en el tren, no consciente de ser polígamo,
antes bien, buscando una aventura para calmar nervios y encontrar un designio
al despropósito.
¿Cuántas veces
has sentido ser atravesado con una mirada y sin embargo sigues tu camino y
omites el estremecimiento que te provoca? No es que en lugares exista una
cultura al desenfado, es que usualmente te programas como una maquina sin
prever inconvenientes. El tren no puede ser visto como una oficina, aunque
provea las comodidades necesarias para cumplir este mecanismo. Un tren como
dispositivo de transporte ha de ser visto como sitio de relajación. Lo cual no
sucede con los aviones, que siempre estamos pendiente de las inclemencias del
tiempo, o del vértigo inevitable que tramitan las alturas. Pero relajación
nunca será sinónimo de sueño o descanso, relajación es borrar la tela hilvanada
por las preocupaciones, salir de lo cotidiano y comprometerse con el momento.
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